
Una de cada cinco personas desarrollará un cuadro depresivo a lo largo de su vida. Y una etapa con cierta predisposición es la de la tercera edad. De hecho, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) advierte de que la depresión es el trastorno afectivo más frecuente en ancianos. Por tanto, es importante prevenir la depresión en las personas mayores.
Los expertos insisten en que el ánimo triste no forma parte del envejecimiento normal y que la depresión disminuye de forma significativa la calidad de vida de la persona mayor y puede derivar en discapacidad, por lo que se convierte en un importante problema de salud. En este sentido, se hace indispensable un diagnóstico y tratamiento efectivo, así como emprender acciones que prevengan este síndrome geriátrico.
Sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza (aunque puede no ser llamativa), ansiedad, pérdida de la capacidad de disfrute, irritabilidad fácil, baja tolerancia a la frustración, fatiga, llanto fácil, falta de concentración, dificultad para recordar detalles y tomar decisiones, pérdida del apetito, adelgazamiento y trastornos del sueño (insomnio o hipersomnia) son algunos de los síntomas más destacados que pueden alertar de que la persona está sufriendo una depresión. Por tanto, tener en cuenta estos signos es clave para consultar al médico, con el fin de que se pueda diagnosticar la depresión a tiempo. Pues el diagnóstico y tratamiento precoz evitan complicaciones cognitivas y funcionales, y revierte de manera más sencilla los trastornos que hayan aparecido como consecuencia de este cambio en el estado de ánimo.
Para prevenir la depresión en las personas mayores, los equipos multidisciplinares de las residencia realizan intervención psicoterapéutica para contención y apoyo, manejo de la pérdida y del cambio de roles. Además, “se trabaja la aceptación del deterioro funcional y la dependencia (cuando ésta sea irreversible), se enfatiza la estimulación cognitiva y todas aquellas actividades que permitan la recuperación de la esperanza y la promoción de los factores protectores de la salud mental”, asegura la directora Sanitaria de Grupo ORPEA, Victoria Pérez.
Causas que pueden producir la depresión en personas mayores
Las causas de la depresión pueden tener su origen en distintos factores. Uno de los más importantes es padecer una o varias enfermedades crónicas (diabetes, enfermedad cardiovascular, cardiopatía isquémica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), cáncer…). Se estima que cerca del 25 % de los pacientes con dos o más patologías presenta depresión. También existen fármacos que se asocian a una mayor predisposición a la depresión. Por su parte, la doctora Victoria Pérez sostiene que “el cambio de roles, la reducción de las actividades sociales y de ocio, la limitación funcional, el dolor, el aislamiento secundario a todo lo anterior y la pérdida de autoestima asociada podrían influir y favorecer este trastorno de modo reactivo”.
Actividades que previenen la depresión en las personas mayores
Para prevenir la depresión en las personas mayores, en los centros “se organizan actividades recreativas y espectáculos variados que tienen como objetivo facilitar la vida en comunidad, divertirse y promover diversos intereses creativos y culturales. Por otra parte, programan salidas al exterior que estimulan la socialización y rehabilitación emocional. Esta finalidad también se consigue con talleres, conferencias, teatro, canto, costura y baile”, concreta la directora Sanitaria de ORPEA.
Las actividades de fisioterapia de las residencias también aportan importantes beneficios relacionados con la mejoría y mantenimiento de la movilidad, el tratamiento no farmacológico del dolor, la rehabilitación en relación con el aspecto físico y funcional para mejorar la autopercepción y la autoestima y logran una mejor autonomía.
Del mismo modo, la terapia ocupacional se ofrece una intervención rehabilitadora en todos los sentidos, funcionales, cognitivos y emocionales, a través de talleres grupales como huerto terapéutico, musicoterapia, terapia con animales, arteterapia, cocina terapéutica, tertulias y talleres de memoria.
Como explica Victoria Pérez, “el mayor debe tener la oportunidad de acceder a todas las opciones posibles que garanticen un envejecimiento activo, participativo, que le permitan sentir que continúa formando parte de la sociedad y con propuestas interesantes que le proporcionen bienestar, seguridad y buena calidad de vida”.